viernes, 13 de mayo de 2011

La fe te hace vivir según la normalidad de Dios




¿Hasta dónde es el límite de lo normal y lo anormal? Esa es la gran pregunta de nuestra sociedad, porque lo que para una persona es normal para otra puede ser anormal, y lo que alguien considera represivo, para otro puede ser liberal. Debemos tener en cuenta que el objetivo del enemigo siempre será confundirnos entre lo normal y anormal.

Nuestra normalidad se basa en lo que Dios dice en su Palabra, porque esa es nuestra fe. Todo lo que Dios promete es lo normal para nosotros y todo lo que condena es anormal.
Para los que creemos en Dios, la normalidad pasa por nuestra fe
Por ejemplo, si vienes de una familia donde todos eran alcohólicos o pobres, ésta ya no será tu realidad, es decir "tu normalidad", porque para los que estamos en Dios, todas las cosas son hechas nuevas, toda nuestra vida es hecha nueva.

Dios te prometió:
"Si alguno está en Cristo nueva criatura es, las cosas viejas pasaron son todas hechas nuevas."

El gran desafío de Jesús fue tomar a doce "cabezas duras" (como eran los apóstoles), modificar su normalidad cultural, familiar, moral, estadística y enseñarles la normalidad de Dios.

Jesús quería enseñar que la fe era como la comida, se da y se come; la fe viene por comer.
Un día le dijeron:
"Señor auméntanos la fe". Y Él les dijo: "para mover montañas tienes que sembrar fe, porque la fe es como una semilla y para sembrarla debemos hablarla".

¿Qué haremos entonces para dar de comer a nuestra fe?
¡Hablar victoria!

Las palabras, cuando las sembramos, son vasos espirituales que contienen emociones: amor, odio, ira, mansedumbre, todo lo que declaro tiene valor.

Por eso, cuando tus palabras están acompañadas por fe, a través de esa fe todo lo que quieras será posible y real.
¡Hablá palabras de fe!

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