domingo, 8 de mayo de 2011

Las Olas Están Escuchando

Jesús y sus discípulos van en una barca cruzando el mar de Galilea. De repente se desata una tormenta y lo que era plá­cido se convierte en algo violento: gigantescas olas se elevan desde el mar y azotan la barca. Marcos lo describe claramente: «Se levantó una furiosa tormenta, y las olas golpeaban la bar­ca, tanto que ya comenzaba a inundarse» (Mr.4:37).
Imagínese que está en la barca. Es una nave firme, pero no está hecha para olas de tres metros. Hunde la nariz contra una muralla de agua. La fuerza de las olas inclina peligrosamente la barca hasta que la proa parece apuntar hacia el cielo. Una docena de manos se unen a las suyas para agarrarse del mástil. Sus compañeros de navegación tienen las cabezas mojadas y los ojos muy abiertos. Afina el oído para oír alguna voz que dé calma, pero todo lo que oye son chillidos y oraciones. De repente se da cuenta de que falta alguien. ¿Dónde está Jesús? No está aferrado al mástil. No está agarrado del costado del barco. ¿Dónde está? Se vuelve y mira y allí, hecho un ovillo en la popa del barco, está Jesús ¡durmiendo!
Usted no sabe si maravillarse o enojarse, así que hace las dos cosas. ¿Cómo puede dormir en un momento como este? ¿Cómo podía dormir en medio de una tormenta?
Sencillamente Él la controlaba.
Jesús «se levantó, reprendió al viento y dijo a las olas: ¡Silencio! ¡Cálmense! El viento se calmó y todo quedó com­pletamente tranquilo» (v. 39). Las aguas impetuosas se con­vierten en un mar tranquilo, al instante. Calma inmediata. No hay olas. No se mueve una gota.
Las olas eran sus siervas y los vientos sus súbditos. Todo el universo fue su reino. 
Si Jesús esta en tu barca no hay olas que te detenga ni tempestades que te hunda...
Extracto del libro “3.16 Los Números de la Esperanza”
Por Max Lucado

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